Desde el pasado 28 de abril, el país se ha visto debatirse en una serie de expresiones públicas que encontraron la estructura de oportunidades políticas propicia en la suma de un descontento generalizado en el que confluyen reclamos por problemáticas estructurales y fenómenos de índole coyuntural. Efectivamente, el paro nacional a través de una serie de protestas motivadas, entre otras cosas, por la llamada “Reforma tributaria” -sumadas algunas desacertadas medidas de respuesta por parte del gobierno nacional-, ha mantenido en vilo sobre todo a las principales ciudades del país. Transcurrida ya buena parte del mes de mayo, los reclamos persisten a través de la confluencia no sólo de movimientos sociales y corporaciones sino también de la ciudadanía en general.

Como es de público conocimiento, Colombia ostenta un número significativo de ciudadanos que residen en el exterior, fundamentalmente debido a las múltiples razones históricas derivadas de un triste pasado. El Ministerio de Relaciones Exteriores calculaba para el año 2012 alrededor de 4.7 millones de colombianos fuera de las fronteras nacionales, lo que equivaldría a un poco más del 10% de la población del país y que por ende, coloca al país entre las diásporas más importantes a nivel internacional. De hecho, para 2016, fue el principal país de origen de refugiados en América Latina y el Caribe debido a su prolongado conflicto interno. Si bien en 2018 se efectuó el más reciente censo poblacional, organizaciones como COLEXRET -Colombianos en el exterior y retornados- no dudan en denunciar que fueron invisibilizados; por lo mismo, difícilmente pueda estimarse una cifra fidedigna en este sentido.

No obstante, la magnitud es evidente y el seguimiento de los sucesos en el país así como el apoyo a las protestas y el repudio al gobierno no se hizo esperar en los principales países receptores de migrantes. Hubo congregaciones frente a la sede del Parlamento Europeo, en Bruselas, sobre todo en razón de las medidas represivas por parte del gobierno, ocurriendo algo similar en la tradicional Trafalgar Square en Londres, así como frente a las respectivas embajadas en Berlín y Hamburgo. España, Francia, Suecia, Canadá, Estados y Australia también fueron escenarios de estas expresiones, incluyendo a las sedes de Naciones Unidas en Ginebra y Nueva York. Tampoco se hicieron esperar las reacciones en América Latina, siendo los principales focos de reclamo en México, Panamá, Argentina y Ecuador. Manifestantes salieron por las principales ciudades con pancartas, altavoces y cacerolas.

No menos importante es el hecho de que tanto mandatarios de otros Estados como organismos internacionales han hecho públicas sus posiciones de repudio respecto de la utilización de los aparatos represivos por parte del gobierno colombiano.