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Pandemia decembrina: entre lo urgente y lo necesario

Al iniciar las medidas de distanciamiento social para evitar la propagación del COVID-19, se empezaron a truncar las actividades laborales, lo que, en consecuencia, generó repercusiones negativas en la estabilidad económica de todos los sectores productivos. Grandes, medianos y pequeños comerciantes vislumbraban el fin de año y sus festividades como una oportunidad para reactivar el comercio, y así, reponer de alguna forma las pérdidas que la pandemia y sus implicaciones han generad; suponiendo que para esta época la propagación habría disminuido y las actividades podrían retornar su curso habitual.

Lo cierto es que frente a este panorama incierto el número de contagios sigue aumentando, por lo que gobernadores y alcaldes se encuentran en un dilema que deben atender estratégicamente. Si bien la salud y el cuidado es primordial, también se debe dar respuesta y apoyo al comercio y a las personas que dependen de este. Empezando la semana navideña, en Bogotá se decreta nuevamente el pico y cédula, mientras que en otras ciudades como Medellín se han anunciado toques de queda para el 24 y 31 de diciembre, medidas que son urgentes y pertinentes frente a las aglomeraciones que se pueden presentar, pero que de lejos atienden lo necesario de estas problemáticas estructurales.

Recordemos que el comercio cobija un gran sector de la población colombiana, de la cual, una parte considerable labora a nivel micro o bajo la informalidad, modalidad que les permite conseguir los recursos para subsistir día a día. A lo largo de esta contingencia, y en especial frente a las festividades decembrinas, las acciones tomadas desde la política pública y los cubrimientos de los medios de comunicación se han enfocado en medir la efectividad de las aperturas graduales, tomando como referencia los centros de consumo, los almacenes de cadena y demás espacios privados, relegando los espacios públicos y los comercios que giran a su alrededor.

No se han apreciado regulaciones eficientes y consecuentes con la realidad de estas personas, pues mientras por un lado se habla de “reactivación económica” a favor de grandes empresas y multinacionales, por otro se habla de “focos de contagio” como se vio en el barrio San Victorino de la capital del país, donde sus comerciantes han tenido que acudir a la recursividad para controlar las aglomeraciones y mantener su fuente de subsistencia más allá de ayudas o respuestas concretas brindadas por la alcaldía y las autoridades.

Es innegable que, como integrantes de la sociedad civil, tenemos la responsabilidad de cuidarnos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean; sin embargo, esta conciencia social debe articularse con decisiones, acciones y espacios provenientes de la esfera pública. Se debe priorizar y ser consientes de aquellos sectores que son más vulnerables no solo hacia el virus, sino también hacia la inestabilidad económica que pueden padecer a causa de esta pandemia y de dinámicas gubernamentales que ignoran los problemas estructurales que padecen las poblaciones que más los necesitan.

 

Economía, Finanzas y Contabilidad

03/Feb/2021